Illordoko tunela (eu)

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    Sagar-errekako uren eruatea

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    Azalpenak

    Sólo podemos reconstruir su estado original de 1930 a partir de los testimonios de quien se acercó alguna vez a sus entradas, en principio infranqueables al público. La boca sur (extremo de Placencia), cercana al curso del Aierdi, afluente del Sagar, estaba cerrada con un muro de hormigón que disponía de una puerta metálica. Y a poca distancia se situaba un depósito o arqueta de hormigón donde, además de la proveniente de la presa del Sagar, otras tuberías entregaban sus aguas, provenientes de las tomas llamadas Arribaso 1 y 2. Todas esas captaciones y conducciones existen aún, más o menos deterioradas. Una tubería salía de la arqueta y vertía el agua dentro del túnel, con un sonido audible desde fuera. Y es que el Gran Túnel albergaba un depósito de 1,20 m de profundidad hasta la mitad de su longitud, donde una pared de 1,60 m de altura contenía el agua. Desde esa pared el agua corría por una tubería situada a un lado del túnel hasta la boca norte. Frente a la boca norte (extremo de Eibar) estaba situada una caseta de entrada, construida en 1930 por la propia Brigada Municipal en mampostería y hormigón. Dentro de ella había un volante para abrir el paso de la tubería de salida, que cruzaba el Aya-erreka por un puente de hormigón estrecho, sobre el que se podía caminar yendo con cuidado.

    Previamente a las obras de reforma realizadas para instalar la conducción desde Urkulu hacia 2008, varias personas se adentraron en el Gran Túnel, recorriéndolo en completa oscuridad con linternas y encontrando una gran cantidad de barro acumulado hasta el muro-presa. En mayo de 2014 yo mismo recorrí el Gran Túnel en toda su longitud, que el proyecto de Aurelio González preveía de 1.632 m y que, según la medición actual, tiene 1.665 m. Lo hice con la buena iluminación actual y pisando la nueva solera de hormigón. Comprobé que el suelo se mantiene horizontal en toda su longitud, a una cota de 207 m. La altura ronda entre 2 y 1,6 m y se aprecian pequeños desprendimientos espaciados durante todo el recorrido.

    Localicé varios ensanchamientos, distanciados unos 300 m entre sí, y verifiqué el quiebro del que Iriondo me habló. Varias filtraciones de agua, existentes desde hace largo tiempo, producen encharcamientos.

    Me remito a las ilustraciones adjuntas para la comprensión de este enorme espacio subterráneo, que discurre bajo un espesor de 300 m. de roca pizarrosa.

    En el estado original, a la salida del túnel se sumaba el caudal de las tomas Aya 1 y 2, construidas hacia 1903 y que aún se conservan.

    El regato Aya (Aiaga), ya dentro del municipio de Eibar, conserva otros restos de estructuras hidráulicas que, por lo que sé, aún no han sido investigadas. La antigua conducción desde la boca del túnel al depósito de Iragorri mide unos 1.000 m de longitud y consiste en una tubería de cemento de 35 cm de diámetro que circula soterrada por la ladera del valle, encontrándose a su paso una arqueta de hormigón de 2,5 m de altura, una llave de paso y varias chimeneas de ventilación de hormigón, de 30 cm de diámetro, que suponemos fueron instaladas hacia 1970. Existe un camino transitable de losas de piedra sobre la tubería en los últimos 200 m. La conducción nueva construida en 2009 desde el túnel hasta el depósito de Iragorriberri sigue un recorrido algo desplazado de la antigua, con la que se cruza en dos puntos.


    Eraikuntza

    La perforación del túnel fue comenzada al mismo tiempo desde ambos extremos, pero tras cubrir cada cuadrilla su mitad de la longitud no llegaron a encontrarse en el punto previsto. Desde una de las galerías se oían los ruidos procedentes de la otra, lo que indicaba que estaban muy cerca. Y, en efecto, el desvío había sido de sólo unos 3 m lateralmente, algo más que la anchura del propio túnel. Así que demolieron la separación, resultando un quiebro de 20º de variación en 10 m de longitud. La perforación tomó algo más de un año, y otro medio año fue empleado en poner la solera de hormigón y en revestir las paredes de la galería con cemento hidráulico en la mitad sur, destinada a servir de embalse. Los escombros extraídos por el extremo de Placencia fueron acumulados junto a la boca del túnel, por encima del cauce del Aierdi, y allí permanecieron hasta que, en 1956, fueron usados como relleno para la carretera a Azurtza (actual GI-3331).

    Langileak

    Eibar aldeko taldea

    En el AME se encuentra una foto de Ortuoste que muestra a la cuadrilla de Eibar, seguramente realizada en 1929; por desgracia, no hemos podido identificar a nadie. Sabemos que se trata de la boca junto al Aya-erreka por la dirección de los estratos de roca. Los trabajadores llevan ropas limpias, como si fuera domingo; su indumentaria de trabajo no debía ser muy diferente, con sus boinas como sola protección de la cabeza. Por lo que adivinamos en la imagen, dos de ellos empuñan martillos neumáticos, otro empuña un barreno, y otro un mazo. Dos raíles para vagoneta asoman desde la boca del túnel, así como una tubería de unos 50 cm de diámetro, que en principio no fue la que se instaló para la salida del agua, que era más pequeña y de cemento. Aunque no aparezcan en la foto, suponemos que usaban luces de carburo para iluminarse.

    Soraluzealdeko taldea

    No disponemos de ninguna foto de la cuadrilla del lado de Placencia, pero en compensación tenemos testimonios orales de los descendientes de los participantes, de los que tenemos algunos nombres:

    • Joaquín Ezpeleta, de Oñate, era el capataz. Recordemos que el contratista Javier Celaya era vecino de Oñate también.
    • Vicente Sobral (1882-1946?), nacido en un hospicio y criado en el caserío Kortasakon “Zulokua” de Elgeta. Gracias a este trabajo como peón pudo ahorrar 300 ptas., con las que se compró el traje de boda para casarse, en 1931, con Julia Laskurain, del caserío Intxuzabal de Bergara. Sufrió de los bronquios.
    • José Lizarralde (1908-1979), del caserío Arribaso, distante sólo 300 m de la boca del túnel. Llegó a trabajar sólo un día en la obra, de la que se retiró al comprobar la dureza del trabajo. No obstante, transportó materiales, pólvora entre ellos, hasta la boca del túnel con su carro de bueyes.
    • Eugenio Gabilondo (1903-1977), del caserío Osteguieta. Cada día, tras trabajar en el túnel, seguía con sus labores en el caserío. Sufría de asma, pero sus hijos no saben si tenía relación con el trabajo en el túnel.

    Su padre José Gabilondo (1870-1948) se encargaría de la vigilancia de la toma de agua de Sagar-erreka, como aparece en las actas del 30 abril de 1930. Sus descendientes le relevaron en esa tarea, que consistía principalmente en mantener limpias las rejillas de filtrado del canal de conducción.

    Además de los citados, formaban parte de la cuadrilla varios navarros, que comían y se hospedaban en el caserío Arribaso.

    Pudiera ser –aventuro- que este grupo aportara su experiencia previa en trabajos de minería, de la que el resto seguramente carecía.

    Hemos de suponer que las herramientas con que contaban eran similares a los de sus compañeros del otro lado, con la particularidad de que utilizaban burros para tirar de la vagoneta.


    Lan-arriskuak

    Es terrible saber que todos los componentes de esta cuadrilla de trabajadores fueron enfermando ya durante la obra, a consecuencia del polvo, desprendido en su mayor parte por los martillos neumáticos, usados para perforar el hueco donde se introducía el cartucho de pólvora.

    Al parecer, en una de las explosiones realizadas durante la perforación murió un obrero; en su memoria se instaló una cruz de hierro en el muro junto al camino del caserío, hoy desaparecida.


    Erreferentziak